domingo, 25 de marzo de 2012

LOS INTERPRETES DE PATRIMONIO


Mina de sal de Nemocon


Los Interpretes de Patrimonio hacemos un claro reconocimiento al valor e importancia del patrimonio natural y cultural, herencia y propiedad de todos los pueblos.  Reconocemos el derecho y la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene en cuanto a comprender, valorar y conservar sus valores universales.

La carta Internacional sobre Turismo Cultural presenta uno de los más claros conceptos que sobre patrimonio se han escrito, de gran importancia para la labor del guía de turismo y del Interprete de Patrimonio.

San Agustin
 “El patrimonio es amplio e incluye sus entornos tanto naturales como culturales. Abarca los paisajes, los sitios históricos, los emplazamientos y entornos construidos, así como la biodiversidad, los grupos de objetos diversos, las tradiciones pasadas y presentes, y los conocimientos y experiencias vitales. Registra y expresa largos procesos de evolución histórica, constituyendo la esencia de muy diversas identidades nacionales, regionales, locales, indígenas y es parte integrante de la vida moderna. Es un punto de referencia dinámico y un instrumento positivo de crecimiento e intercambio. La memoria colectiva y el peculiar Patrimonio cultural de cada comunidad o localidad es insustituible y una importante base para el desarrollo no solo actual sino futuro” (ICOMOS, 1999).

Es claro entonces que los Interpretes de Patrimonio compartimos el objetivo fundamental de la gestión del Patrimonio, el cual consiste en comunicar su significado y la necesidad de su conservación tanto a la comunidad anfitriona como a los visitantes. El acceso físico, intelectual y/o emotivo, sensato y bien gestionado a los bienes del Patrimonio, así como el acceso al desarrollo cultural, constituyen al mismo tiempo un derecho y un privilegio”.

Hda. Villa Amparo. Santuario de Fauna y Flora Otun Quimbaya. Pereira, Risaralda.

jueves, 22 de marzo de 2012



POEMA DE LA CREACIÓN
(Colombia, Mito Kogui de la creación)
Primero estaba el mar. Todo estaba oscuro. No había sol, ni luna, ni gente, ni animales, ni plantas. Sólo estaba la madre mar. Y ella era agua y agua por todas partes. Era río, laguna, quebrada y mar. Así ella estaba en todo lugar. La madre no era gente, ni nada, ni cosa alguna. Ella era Aluna. Era espíritu de lo que iba a venir: Era memoria y pensamiento. Y cuando la madre existió sólo en Aluna, se formaron arriba los nueve mundos. En el primero estaba ella, la Madre, el agua y la noche. Y también el padre y el hijo. Pero ellos no eran gente ni nada, ni cosa alguna. Ellos eran Aluna. Espíritu y pensamiento. Eso fue el primer mundo.

Cuando se formaba el noveno, el más alto, surgió una inmensa ceiba del mar transparente. Alrededor de ella cuatro dioses construyeron el primer templo, Aluna. Aún no amanecía y la tierra era floja bajo la tiniebla. Entonces la Madre arrancó un pelo de pubis y lo untó de sangre de su mes. Así, en la casa de la Espuma se formó a Sintana, el primer hombre. Con Sintana se hizo la luz amaneció el primer día de la creación. Luego cuatro señores empezaron a secar la tierra y a empujar lejos el mar circundante. Hicieron esto día y noche, sin cesar. El mar se alejó. Al final cantaron en el templo:

- Madre, danos las mujeres.

La madre tenía nueve hijas. Cada hija era una calidad diversa de tierra para cultivar: arenosa, gredosa, amarilla. Pero todas estériles, infecundas. Y los cuatro señores dijeron a la madre:

- Danos tu hija negra, tierra negra, buena para la siembra.

La madre se negó y la guardó en un lugar oscuro. Los cuatro señores se colocaron en las cuatro esquinas del mundo y Sintana bailó y cantó en el centro del templo. - Inda - u - o, ahora tendré aquí mi templo.

Tierra negra oyó el canto y, subyugada por la belleza de su voz, se levantó, pero
no se atrevió a salir. Sintana llamó al viento y le pidió ayuda. El viento buscó y buscó por los rincones hasta hallar la muchacha, y tomándola por la cintura la llevó donde Sintana.

Así, en el templo, comenzó la vida humana, y del templo salió Sintana a poblar el mundo Kogui.