LA HISTORIA DE TOMAS, EL AULLADOR QUE ENCONTRO UN NUEVO HOGAR
Por. César Augusto Angel Valencia.
Ya en la reserva natural, Tomás decide que el Interprete Ambiental
cuente su historia. Si los dragones la
conocen, tal vez dejen de hablar por las bocas de fuego que hacen “PUM! PUM!
Tomás sabe que el Interprete Ambiental conoce el lenguaje de la
naturaleza, es un lector de ella. Él lo
conoce desde que los dragones lo llevaron a este sitio, pues aprendió a
escucharlo, a entenderlo. El guía,
aprendió con Tomás a leer la naturaleza.
Él entiende el idioma de los dragones y está seguro que puede transmitir
el mensaje que Tomás quiere enviarles.
El hogar de Tomás son los bosques, él es un mono aullador rojo, un
cantor de selvas, un grito vivo y libre en la obscuridad del monte.
Hace un año, Tomás recorría las copas de yarumos e higuerones en la
espalda de su madre, en compañía de su familia, “¡la manada!”. Tías,
tíos, primos, primas, todos juntos seguían el camino de su gran padre,
el macho grande del grupo, su líder. El
“ALFA” como le escucho decir tiempo después a los dragones.
El Interprete está listo para escuchar a Tomás. Sube a aquel higuerón
gigante, el sitio social del bosque, pues es el restaurante donde se reúnen los
amigos a compartir la cena en la noche.
La luna resplandecía. Era una
magnifica noche. Sobre el Higuerón,
Tomás ocupaba el puesto que había ganado después de tanto sufrimiento. Junto a él, su nueva manada, aquella donde
finalmente pudo crecer libre hasta ser su líder. Ahora, rodeado por sus hijos y esposa, el
atento Interprete Ambiental, el cusumbo, el gallito de roca, el mono de noche,
y otros amigos esperaban con ansiedad aquella revelación. Tomás, mirando el tono de la luna entre las
sombras que dan las hojas de tan majestuoso árbol, suspira, y toma aliento para
tan triste historia que esta por relatar.
Recuerda, Tomás, una noche muy
parecida; estaba en el regazo de su madre, como lo había hecho desde sus
primeros días. Su familia reunida en
aquel árbol, disfrutaba de una cena de frutos maduros, hojas tiernas, algunas raíces y como postre,
flores y semillas.
La reunión era de gran importancia para todos. Allí su padre, cada
noche, los reunía para enseñarles los secretos de la selva lluviosa. Un día nos enseño donde comer y donde
no. Nos hablaba de amigos y enemigos, de
enfermedades y sus curas, de la familia y lo fuertes que éramos unidos.
Ese día, al convocarnos, nos ha dicho que estábamos listos para hablar
de nuestros enemigos. Ya conocíamos
sobre el jaguar, de quien su rugido se escucha cada noche en la distancia. Pero
hoy, el turno correspondía a un depredador más peligroso, el más temido por los
seres de la selva, el dragón que tenía dos bocas de fuego y que cuando hablaba
hacia ¡PUM! ¡PUM!
Escuche a mi padre imitar el horrible rugido del dragón ¡PUM!
¡PUM!. Nunca lo había escuchado, pero al
imaginarlo sentí tal temor que me refugie bajo los brazos de mi madre, quien
accedió con un abrazo apretadito y cálido.
Así era mi madre; tierna, complaciente, consejera. Desde que nací, no me había separado de ella.
Viajabamos entre los árboles siguiendo a la familia.
Nunca olvidare sus ojos. Cuando
el jaguar rugía, me miraba, me apretaba y presurosa corría hacia la parte más
alta de los árboles. Allí, siempre había
refugio seguro.
Mi madre y mi padre, me mostraban el camino que debía recorrer para
hacer de mí, el macho líder de mi propia manada.
Una mañana, de aquellas en las que el sol lucha con la niebla para
iluminar la selva, donde las aves despiertan a todos con su canto, el ruido de
unas ramas rotas en el suelo genero un silencio aterrador.
Nadie se movía, nadie cantaba; Todos atentos; de repente un grito; es
el dragón!, el de bocas de fuego que cuando habla hace ¡PUM! ¡PUM!.
Mi padre nos alerta, Mi madre presurosa y ágil trepa los árboles,
corre entre las ramas como nunca la había visto. Su destreza me impresiona, su corazón late
con más fuerza que nunca. La manada sigue a su líder y está atenta a sus
instrucciones. La fuga es urgente, el
riesgo es real.
El silencio es perturbado por la voz del dragón ¡PUM! ¡PUM! todos
estamos aterrados.
El líder toma una decisión, para defender la manada debe enfrentar al
enemigo. Durante unos segundos lo vemos
correr hacia los árboles. En la distancia, recuerdo hoy, fue la última vez que
lo vi.
De nuevo la voz del dragón ¡PUM! ¡PUM!. La selva en silencio, el corazón de mi madre
latía con más fuerza. Me mira y veo sus
ojos tristes. No dice nada; corre, ¿pero
hacia donde? No tenemos líder. No sabemos qué hacer.
De nuevo esa voz ¡PUM! ¡PUM!.
Silencio. Veo a mi madre. Sus ojos llorosos. No dice nada.
Se aferra con fuerza a la rama.
Sus fuerzas decaen, está débil, no se sostiene..CAEMOS!!
Mamaaaa!!!!? No me habla. Ya no
escucho su corazón. Siento pasos, el
dragón se acerca, lo veo, me agarra.
Nunca volví a ver a mi madre.
El dragón me encierra en un nido de ramas fuertes, imposibles de
romper. Las muerdo y las jalo. Solo logro herirme.Tengo miedo.
El dragón me lleva a su cueva. No sé donde estoy ni que me puede
pasar.
Otros dragones llegan y nos observan, nos tocan. Hablan entre ellos. Uno nuevo, desconocido hasta ahora, toma el
nido y lo lleva consigo. Junto a él, un
dragón pequeño me mira con gran curiosidad. Quiere abrazarme, pero no me dejo.
Ingresamos a otra cueva. Allí
tienen un nido construido con ramas similares.
Tengo hambre.
Los dragones me ofrecen semillas de colores que nunca había
visto. No las como. Mi padre me enseño a no recibir comida de
extraños!; Cada vez estoy más débil.
Entonces, enfermo. Me llevan donde otros dragones. Este es un lugar extraño. Hay muchos seres del bosque, algunos nunca
los había visto.
Estos dragones, conocen las recetas de mamá. Me ofrecen frutos y semillas, flores y raíces
como las de casa.
En este lugar los nidos son más cómodos. Se parecen a mi casa.
Ellos me sacaron del nido que "encierra" y me trajeron a
esta reserva natural. Aquí encontré a
otros como yo. Todos somos
huérfanos. A todos nos atacó algún dragón de bocas de fuego.
Aquí hay dragones veterinarios, biólogos, educadores y otros.
Con ellos aprendimos a comunicarnos.
Entendimos que no todos los dragones son malos y que solo unos pocos
tienen bocas de fuego que hacen ¡PUM! ¡PUM!.
Aquí conocí a mi esposa, tuve a mis hijos y conforme mi manada. En este lugar, hay dragones que nos cuidan y
nos respetan. Esta selva está aquí para
protegernos y quienes aquí vivimos nos sentimos seguros.
Hoy soy el líder y comparto esta cena con ustedes, así como alguna vez
lo hiciera mi padre, solo que hoy nos reunimos con un dragón, uno bueno, sin
bocas de fuego que hacen ¡PUM! ¡PUM! nuestro nuevo amigo y protector el
Interprete Ambiental.
Soy Tomás, el mono aullador que fue robado de su familia, quien vio
desaparecer a su padre y a su madre. A
ustedes les digo, vivan libres en la selva, amen a su familia y cuenten esta
historia a sus hijos. Enseñen a los
dragones a respetarnos, a protegernos y a conocernos en nuestro hogar. La
selva.